Solo ha llegado hasta nosotros dos piezas completas y una tapadera de bronce
cuya elaboración requería la técnica de fundición en molde.
El Candil Zoomorfo, destaca por su rica labor. Sin duda es la pieza más valiosa
del conjunto, lo que explica que se escondiera con más cuidado. La gran pericia
demostrada en su factura debió de ser apreciada en su tiempo, puesto que
mereció la firma reveladora de su autor: c amal Ras iq (obra de Ras iq).
La inscripción, incisa en la parte superior de la cazoleta, fue ejecutada mediante trazos limpios y seguros, Los puntos diacríticos aparecen perfectamente definidos por medio de unos círculos incisos y regulares. Desde una perspectiva caligráfica cabe señalar que la leyenda es muy similar a la escritura evolucionada.
La inscripción, incisa en la parte superior de la cazoleta, fue ejecutada mediante trazos limpios y seguros, Los puntos diacríticos aparecen perfectamente definidos por medio de unos círculos incisos y regulares. Desde una perspectiva caligráfica cabe señalar que la leyenda es muy similar a la escritura evolucionada.
La morfología del candil es la habitual en los ejemplares califales de piquera
única. El deposito tiene como base un deposito cóncavo, torneado y de escasa
altura que presenta en su centro un circulo rehundido de sección cónica, el
cuello, más estrecho en la base que en la boca, lo constituye un prisma de
nueve lados, con doble incisión en la parte superior de cada una de las
aristas, su entronque con el depósito de realiza mediante una moldura
pentagonal; la piquera algo menor que el diámetro del depósito, se une a este
gracias a la presencia de una doble moldura.

Consiste en un cuello zoomorfo de trayectoria decreciente rematado por una cabeza de cérvido en la que los rasgos anatómicos, aunque esquematizados, definen con gran naturalismo la testa del animal: el hocico, ejecutado con toda maestría, aparece partido y con las perforaciones nasales claramente explicitadas; la boca entreabierta permite sobresalir a la lengua que genera, junto con la mandíbulas, un perfil triabulado cuya simplicidad recuerda motivos vegetales. Los ojos son asimétricos pues mientras uno tiene sus dos extremos puntiagudos el otro presenta un lado curvo; las orejas, inclinadas hacia atrás, se configuran como apéndices lanceolados y son marcadas por una hendidura central con una perforación en la base.
El cuello está constituido por una parte inferior bivalva que permite su amplio
entronque con el depósito. El extremo de ambas valvas aparece despegado del
depósito y rematado por una bolita de irregular acabado. La misma solución la
encontramos también en los cuatro apéndices que constituyen la crestería del
cuello.
La tapadera unida al candil mediante una bisagra de hierro, sirve de soporte a
otra representación zoomorfa. Se trata de un cuadrúpedo muy esquematizado,
emplazado en el eje longitudinal del candil. La cabeza, a pesar de su reducido
tamaño, presenta unos rasgos anatómicos (hocico, ojos y orejas) bien
diferenciados. Es curiosa la postura adoptada por el animal que gira la cabeza
para mirar hacia atrás. Es indudable que una disposición tan peculiar confiere
mayor belleza a la silueta pero, desde un punto de vista práctico, el artista
también conseguía una superficie plana sobre la que presionar en el momento de
levantar la tapadera.
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