La fachada se constituye por largo lienzo de tapial encalado .Descentrada aparece la portada, con vano enmarcado por molduras talladas en piedra con dintel sobre el que aparece el arquitrabe adornado de tres rosetas y remontado lateralmente por pirámides. Sobre la portada está el escudo tallado en piedra, y sobre él un frontón triangular coronado por una pirámide rematada en bola, y ofreciendo tallada la Cruz de Santo Domingo.
El escudo se timbra de una celada diestrada, y se sostiene de dos dragones.
La fecha de construcción es de mediados del siglo XVI, y es probable que fuese erigida en los finales años del siglo XVII. La razón, que en esta casa habito en esa época don Juan de Tovarra Egea, presbítero y comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Murcia en Liétor.
Existen referencias de que entrado el siglo XVI, varios Tovarra ocupan cargos concejiles y hacen donaciones y patrocinan obras. En 1575 Gonzalo de Tovarra reconocido como hidalgo, era alcalde y administrador de la Encomienda de Socovos. Se conserva documentación, fechada en 1630 que hace referencia a las raíces nobles de este apellido.
Es
un edificio de doble planta con fachada de tapial blanqueada y aleros de teja
árabe. Ventanas protegidas con notable rejería de forja. En el centro se abre
la puerta principal adornada por dos pilastras que la enmarcan y sobre ella el
escudo de armas de la familia rematado con frontón partido que alberga un cuero
con la cruz del Santo oficio, todo en piedra de sillería.
A
través de amplio portón con herrajes, accedemos al zaguán de techumbre
entablada y suelo de la propia roca sobre la que se asienta la casa. Siguiendo
al frente cruzamos otro portón adornado con casetones y la Cruz de Caravaca y
llegamos al patio central.
Continúa
el suelo en la piedra natural. En el centro hay una pequeña fuente. A la
derecha arranca la escalera que sube a la galería superior, la que se apoya en
cuatro columnas pétreas de sección octogonal que rematan en grandes zapatas de
madera.
La
galería se cubre con cubiertas de teja árabe que vierten al interior del patio
sostenido por ocho pies de madera que rematan en pequeñas zapatas.
La
mayoría de los barandales hoy son de hierro aunque se conservan algunos tramos
de los originales en madera torneada. Tanto los elementos arquitectónicos como
los decorativos son una muestra de los siglos XVI – XVII.
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