jueves, 27 de febrero de 2014

El señorío de la orden de Santiago





Poco después de la firma del Tratado de Alcaraz en 1243, el alfoz de Liétor, incluido el asentamiento de Hijar, paso a depender de la Orden de Santiago, formando parte de la Encomienda de Socovos.
La donación de Liétor a la Orden de Santiago marcó profundamente todo su desarrollo histórico hasta el siglo XIX. Su entrada en el señorío santiaguista se realizó a través de la encomienda de Socovos, siendo el representante del poder señorial en la villa el comendador o alcalde y el párroco. El concejo consolidó en el ejercicio del poder local a un grupo minoritario de vecinos muy ligados al poder santiaguista.

Aunque buena parte de la población mudéjar, sobre todo la de menor poder adquisitivo, permaneció durante la segunda mitad del siglo XIII, animada por la proximidad de la frontera granadina, huyo para dejar de sufrir la creciente presión fiscal de los señoríos feudales.
La encomienda de Socovos: propiedades y rentas (parte I)

Aunque existen noticias de un comendador de Liétor durante los años finales del siglo XIII, el resto del periodo bajo medieval, Liétor quedó integrado en la encomienda de Socovos, como las villas de Letur y Socovos.
La encomienda fue la unidad básica de organización territorial de la Orden de Santiago. La principal finalidad de la orden era la obtención de rentas y la defensa del territorio frente a vecino reino granadino. También debían los caballeros de cumplir los votos de pobreza, castidad y obediencia.
El centro de gobierno señorial se localizó en Socovos, que mantenía una buena fortaleza como residencia de los comendadores; estos mantuvieron un alcalde en Liétor, ejerciendo como representante señorial frente al concejo y sus habitantes. Esto duró hasta el siglo XV, coincidiendo con la desaparición de la fortaleza de Liétor. Así quedó como único alcaide el propio de Socovos al mando de Don Enrique Enríquez, comendador de Socovos.
La gestión de los comendadores era supervisada por los delegados de la Orden que periódicamente revisaban las actuaciones de ejercidas por éstos. Controlaban la gestión de las rentas de la encomienda, el estado de las propiedades y la situación general de la villa. Incluyo en la plaza de Liétor se efectuaba un pregón donde los habitantes podían dar las quejas que tuvieren del comendador. Así, durante las visitas de los delegados en 1480, 1507  y  1513, acabaron acusando al alcalde de no cumplir con la obligación de mantenimiento de la villa.
El comendador tenía un grupo de escuderos y criador que, junto al alcalde, constituían un pequeño séquito militar y doméstico. En este pequeño grupo de élite solían incorporarse algunos miembros de las familias más destacadas de la comarca, sirviendo de continua alianza entre el poder señorial y los grupos de poder de cada villa.
Entre los criados del comendador Alfonso de Lissón, en 1480, se citan algunos que por su apellido pudieran pertenecer a las principales familias de Liétor. Teniendo la villa una complicidad directa que benefició a Liétor en cuestión de rentas e impuestos.

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